27 de noviembre de 2015

Aventurarse

No existe un momento preciso en el que todo decide cambiar. Simplemente pasa y punto. Sí. Así porque sí. En uno de los ochenta y seis mil cuatrocientos segundos que tiene un día. Simplemente decides abrir tus ojos y ver cómo es realmente tu vida. Como de completa y de llena está.
Normalmente es el amor quien te ata a algún lugar, quien no te deja partir, quien te obliga a mantenerte siempre en un mismo sitio. Y con amor no sólo me refiero a pareja, sino también a familia y amigos. Puede que no queramos separarnos de alguien en concreto o de una multitud, que nos de miedo el tener que echar de menos o que nos asuste la idea de conocer otro lugar.
No. Definitivamente eso no existe. No hay amor en ti. Puedes vivir sola y no necesitas a nadie para continuar tu viaje. Estás preparada para echar de menos y soportarlo.
Entonces ya podemos comenzar la maleta. Un poco de ropa, comida, nuestros tesoros más preciados y algo de dinero. Sí, algo.
La mayoría de las cosas de la vida son movidas con dinero. Es decir, es necesario tenerlo para poder disfrutarlas. Pero no. Este no es el caso. Para una escapadita, larga o corta, no es muy necesario. Mientras tus pies puedan llevarte y tus ganas mantenerte en el camino, no necesitas nada más. Cualquier lugar es bueno para desconectar, reflexionar, comenzar de nuevo, emprender aventuras y, sobre todo, soñar.
¿Te atreves?

#ML

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